Es seguro que la decisión de Unión por la Patria de buscar y concretar la unidad de sus candidatos para las próximas elecciones habrá generado distintas reacciones entre la masa partidaria, simpatizantes y adherentes a dicha fuerza política. También creo que ha impactado de lleno en los acorazados opositores.

Es seguro que muchas personas han sentido una suerte de alivio por los acuerdos alcanzados en esa dirección, aunque a otras les pueda quedar un sabor amargo en la boca, entendiendo que el sapo es muy difícil de tragar y que frustra muchos de sus legítimos anhelos y expectativas.

No tengo dudas de que muchas veces toda la militancia política hemos debido atravesar situaciones similares y desagradables, motivada más por las pasiones y los sentimientos que por un correcto y racional análisis del escenario o los problemas que debíamos afrontar.

Tampoco tengo dudas de que en distintas oportunidades el árbol nos ha tapado la visión del bosque y no hemos logrado comprender la magnitud de las amenazas que se ciernen sobre el futuro y que ponen en riesgo la integridad de la Nación.

En la vida y en toda circunstancia debemos asumir riesgos y tomar decisiones que van desde lo pésimo hasta lo óptimo, pero el dirigente responsable, más allá de los deseos, debe inclinarse por lo posible que contenga a la mayor parte de sus seguidores para llevarlos a buen puerto.

Tal vez los nombres de quienes encabezan la fórmula presidencial no sean lo que muchas personas esperaban, pero son una síntesis potente producto del acuerdo de la mayoría del peronismo, del kirchnerismo, de las organizaciones de trabajadores, de los gobernadores y de expresiones políticas ajenas que adhieren a UxP.

Estoy convencido de que esa conjunción de voluntades fortalece los intereses populares y seguramente podrá derrotar a Juntos por el Cambio, a la terrible derecha, al partido judicial, a los medios cartelizados y a todos aquellos sectores que han hecho del odio contra las mayorías nacionales su propuesta de gobierno.

Quizás su visión no coincida con la mía, lo cual es legítimo. Por ello, y con el fin de que lo considere, quiero compartir las reflexiones de dos importantes personajes de nuestra historia, quienes privilegiaron en situaciones terribles para el país los intereses comunes por encima de sus gustos y preferencias, en beneficio del conjunto.

A continuación, transcribo las siguientes citas:

"Hay muchos actos de la política del general Perón que no serían aprobados por mi generación. No debemos olvidar, cualesquiera sean las diferencias de apreciación, que las opciones que nos ofrece la vida política argentina son limitadas. No se trata de optar entre Perón y el arcángel San Miguel. Se trata de optar entre Perón y Federico Pinedo. Todo lo que socava a Perón fortifica a Pinedo, en cuanto él simboliza un régimen político y económico de oprobio y un modo de pensar ajeno y opuesto al pensamiento vivo del país", Raúl Scalabrini Ortiz.

Como dijo Raúl Alfonsín: "Dejemos para más adelante la discusión acerca de los aspectos más sofisticados de la ideología de cada uno. Aquí se trata de poner en marcha políticas de salvación nacional".

Estos dos ejemplos pueden servirnos de guía en los tiempos actuales, más allá del desencanto y la desilusión de algunos.

Por ello, estoy convencido, aun a riesgo de equivocarme, de que la mejor opción en este momento es seguir apoyando a tantos que han trabajado seriamente en pos de la unidad del campo popular y que han plasmado en la fórmula "Massa-Rossi" la posibilidad de derrotar los peligros que representan "Bullrich-Rodríguez Larreta" o "Milei".

Del compromiso y la militancia que asumamos dependerá que el futuro no se convierta en una nueva frustración de las esperanzas de los argentinos y argentinas.

*Ricardo Luis Mascheroni - Docente universitario / Columnista de HoraCero