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Un Puente… ¿Es sólo un Puente?

Un puente no es sólo un puente, como tampoco los son un puerto o un terraplén o un viaducto. Por ello es necesario preguntarnos y preguntarles para qué un puente, ¿es necesario un puente? Y entonces si lo llegara a ser, para qué proyecto de desarrollo, para qué idea de progreso lo queremos.

Opinión 05/11/2018 Antonio Miguel Yapur*
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Maqueta del posible futuro puente Santa Fe-Paraná

turcoPor Antonio Miguel Yapur*

Desde hace un tiempo se viene instalando un debate en las ciudades de Santa Fe, Paraná y en sus alrededores donde el modernismo capitalista denomina pomposamente zona metropolitana.

El tema en cuestión es el trazado de un puente en la zona central de las provincias de Entre Ríos y Santa Fe que también ostentosamente los alborotadores sistémicos lo llaman conexión física como apelativo que produce una barrera simbólica para obstaculizar el debate con las organizaciones populares.

Este esnobismo empresarial viene navegando por estas áreas desde hace un buen tiempo atrás y sus referentes se erigen como profetas de un desarrollo y de un progreso. Por supuesto, están sujetados a un proyecto de extracción de riquezas dónde ellos son beneficiarios de un diezmo que el ser supremo imperial les otorga por ser los punteros del saqueo.

En Santa Fe vienen queriendo imponer este modelo desde hace casi treinta años. Los anuncios fueron embriagantes y con señuelos como los del "Nuevo Puerto de Santa Fe" donde las familias patricias del poder santafesino lo mostraban como un maravilloso progreso y desarrollo para la ciudad.

Y resulta que el puerto terminó naufragando porque no se lo podría navegar ni en una canoa con motor villa de ocho caballos. Pero lo maravilloso del proyecto era que unos pocos se enriquecían aún más, sin importarle los padecimientos que le provocarían a más del 80 por ciento de los santafesinos.

A esa “construcción de desarrollo y progreso” la promovieron apellidos conocidos como Reutemann, Mercier junto a otros patricios santafesinos y amanuenses como el ex intendente Barletta de Santa Fe y el think tank de la UNL.

En ese marco, promovían políticas de micronegocios para desarrollar fortunas de pocos como la construcción de terraplenes en la zona costera para estupendos negocios inmobiliarios, comprar la laguna Ramírez para lucrar con el corredor del nuevo puerto, comprar la isla Silgadero para realizar emprendimientos para ricos empresarios, construir defensas en el oeste de Santa Fe para inundar a una ciudad entera y proteger el negocio de los campings privados, echar a los habitantes del Colastiné Sur de su lugar histórico y memorioso para que sea el negocio de unos pocos.

Y hoy es el puente, sólo un puente.

¿Es sólo un puente?

No, no es sólo eso, sino que el puente es la herramienta necesaria para un proyecto que no se devela claramente y que los pretores del poder lo muestran como infalible para el “desarrollo y el progreso”.

Te lo venden de esa manera para que vos dejes en sus “manos expertas”  tu futuro, el de tus hijos y nietos y así ellos se muestran adalides de esas deidades. A su vez, aumentan su diezmo mientras nos extraen no solo las riquezas sino nuestros proyectos de vida.

No, no es sólo un puente y te lo digo con las palabras de los colectivos chilenos acerca del proyecto de devastación de nuestra Sud América “El mapa político que conocemos de Sudamérica está siendo silenciosa y constantemente redibujado a nuestras espaldas. Mega obras de infraestructura se construyen en estos momentos en cada rincón de nuestra Abya Yala (Sudamérica): Carreteras, túneles, puertos, hidroeléctricas, hidrovías, con el fin de facilitar, intensificar, agilizar y encadenar la extracción de los bienes naturales, rediseñando la geografía del continente e imponiendo una territorialidad neoliberal total en función del saqueo capitalista.”

Ese es el interés de un puente. Ahora viene la pregunta ¿Cuál es el proyecto que hace necesaria semejante infraestructura?

El proyecto tiene nombre y es IIRSA (Iniciativa de Integración de la Infraestructura Regional Sudamericana) y no es simplemente una adecuación técnico-material, sino que constituye una avanzada colonizadora jamás imaginada –en términos económicos, políticos y culturales- sobre todo nuestro subcontinente.

Por ello es que un mero puente no es sólo un puente, como tampoco los son un puerto o un terraplén o un viaducto. Por ello es necesario preguntarnos y preguntarles para qué un puente, ¿es necesario un puente? Y entonces si lo llegara a ser, para qué proyecto de desarrollo, para qué idea de progreso lo queremos.

Entonces es ahora conveniente aclarar que no siempre los gobiernos son nuestros gobiernos. El ser electos por el voto popular no es garantía y mucho menos certeza de ser gobiernos que promuevan políticas en el sentido de los intereses sociales, económicos y culturales de un pueblo.

Aún sus silencios e inacciones son actos políticos que benefician a una minoría.

El puente que se pretende construir entre ambas provincias, las de Entre Ríos y Santa Fe es el resultado de un proyecto económico que pretende extraer las riquezas para producir pingues ganancias a las empresas que anhelan ser el centro del poder capitalista.

Los gobiernos que no consultan a las organizaciones y movimientos sociales acerca de las obras de infraestructura simplemente gobiernan para una minoría y se arrogan para ello, el derecho de los votos de la mayoría.

Hoy las organizaciones sociales son las protagonistas de la lucha contra el avance de las políticas neoliberales. Y quién lo dude, es simplemente un hipócrita que defiende intereses individuales y de las selectas minorías.

A la resistencia contra la reforma jubilatoria cientos de organizaciones y movimientos social le pusieron cuerpo y espíritu, de igual manera con cada avasallamiento del gobierno neoliberal en relación al endeudamiento ilimitado, a la destrucción del sistema educativo, a la expropiación de los salarios, a los derechos de las mujeres, a la destrucción del aparato productivo y científico y así cada día observamos cientos de miles de personas movilizadas por organizaciones sociales y movimientos populares.

Las cámaras de diputados y senadores están transformadas en recintos aprobadores de las políticas neoliberales, es cierto que existen legisladores que se mantienen fieles al mandato popular pero es dado ver como algunos partidos políticos a través de sus diputados y senadores, legislan sólo para los intereses de esa selecta minoría.

Por ello es necesario pensar que los movimientos sociales deben estar representados por sí mismos en los estrados legislativos sin tener que depender de bancas otorgadas por partidos políticos. Ellos, los partidos políticos solos, ya no pueden arrogarse la representación de un pueblo.

Hoy gobernar no es equilibrar intereses. No se puede. Es casi imposible consensuar los intereses empresariales monopólicos con los derechos y el bienestar de un pueblo, es por ello que quien gobierna debe consultar a las organizaciones sociales y a los movimientos populares ante cada decisión política que afecte la vida de los ciudadanos.

Un puente no es sólo un puente, es una obra de infraestructura para un proyecto de país, de región, de continente y los ciudadanos tenemos el derecho y el deber de elegir si esa obra la queremos y si es parte de nuestro proyecto de desarrollo y progreso.

*Ingeniero - Ex Docente Universitario - Escritor / HoraCero

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