Clara Beter, los versos de una joven prostituta...

Clara enviaba sus poemas a la redacción de la revista, todos hacían referencia a la prostitución, a sus clientes y a la nostalgia por llevar una vida “normal”.

Cultura - Literatura 07 de febrero de 2022 Daniel Rafalovich*
Walid Ebeid
Ilustración de Walid Ebeid, artista egipcio contemporáneo

RAFA 1Escribe Daniel Rafalovich*

Corría el año 1924 y un hecho singular alteró la calma de la redacción de la revista Claridad, órgano de la editorial del mismo nombre, portavoz de los escritores del llamado “grupo de Boedo”. Allí se expresaban muchos escritores con ideas de izquierda y partidarios de una escritura con temática social. La revista era dirigida por Elías Castelnuovo y colaboraban escritores como Leónidas Barletta, César Tiempo y Álvaro Yunque, entre otros.

Un día de ese año alguien hizo llegar a esa redacción un poema escrito por Clara Beter, una joven e ignota prostituta ucraniana. Titulado “Versos a Tatiana Pavlova", el poema estaba dedicado a una amiga de la infancia de Clara, poniendo en evidencia la disparidad de destinos de cada una y finaliza expresando:

Mas, pasaron los años y nos llevó la vida

por distintos senderos: tú eres grande ¿y feliz?

y yo... Tatiana, buena Tatiana, si te digo

que soy una cualquiera, ¿no te reirás de mí?

Esos primeros versos fueron publicados entusiastamente por la revista Claridad. Los versos cruzaron el Río de la Plata y el eminente crítico literario Alberto Zum Felde le dedica una nota inflamada de ánimos redentores en el diario El Día de Montevideo.

Clara, a partir de allí, siguió enviando regularmente sus poemas a Claridad, estimulada por Castelnuovo. Todos ellos hacían referencia a la prostitución (su actividad), a sus clientes, a la nostalgia por llevar una vida “normal”.

Hay que tener en cuenta que en esos años actuaba en el país la Zwi Migdal, una organización de tráfico de personas dirigida por algunos miembros de la colectividad judía, que sometía a la explotación sexual a jóvenes principalmente rusas y de Europa Oriental.

Cuando se recopiló una cantidad suficiente de envíos de la misteriosa Clara Beter, en 1926 la Editorial Claridad armó un libro llamado “Poemas de una joven prostituta” o “Versos de una…” según la edición. El mismo Castelnuovo escribió su prólogo (con el seudónimo Roland Chaves) y allí expresaba: “Clara Beter es la voz angustiosa de los lupanares. Esta mujer se distingue completamente de las otras mujeres que hacen versos por su espantosa sinceridad”.

Los poemas se refieren mayormente a la situación de esclavitud sexual de Clara, aunque no faltan las referencias a un pasado “normal” e idealizado. Clara nunca usa expresiones vulgares. Su lenguaje es sencillo pero correcto y sus versos notables por tratarse de una prostituta ucraniana con escaso tiempo de residencia en Argentina.

“Versos de una…” vende más de 100 mil ejemplares, llegando a los 200 mil en las sucesivas ediciones. Fue traducido al alemán y un éxito en distintos países de habla hispana como Uruguay y Costa Rica.

Pero Castelnuovo se propuso conectarse personalmente con la misteriosa poeta. Ésta enviaba sus escritos desde una pensión rosarina de calle Estanislao Zeballos, en el barrio Echesortu de la ciudad del sur provincial. El director de Claridad envió a dos amigos suyos con la misión de encontrar a Clara. Llegados a la pensión rosarina se encontraron con que la poeta no se encontraba allí y nadie la conocía. A todo esto se cuenta que Roberto Arlt propuso instalarle un prostíbulo y que las ganancias fuesen destinadas a editar sus poemas.

El misterio Clara Beter se develó cuando alguien envió sus versos al Certamen Municipal de Poesía. Pero allí debían figurar los datos reales del autor/autora. Fue entonces que César Tiempo no resistió la presión y “confesó” que él era Clara Beter.

César Tiempo (seudónimo de Israel Zeitlin) era un muy joven escritor y periodista, miembro del grupo de Boedo, nacido en Ucrania (como Clara) y llegado a la Argentina con su familia a fines de ese año.

Castelnuovo, al enterarse del hecho se siente “defraudado” y expulsa a Tiempo del grupo de Boedo. Algunos críticos aplauden, sin embargo, al autor y su más que ingeniosa broma literaria.

Vale decir que un prestigioso crítico de la época, Rómulo Meneses, había escrito a partir de los versos de Clara Beter: "Una mujer que el duro pleito de la vida hiciera caer hasta las bajas sentinas del vicio, redimida por sí misma, por su talento, y la propia religión de sus sentimientos, nos dice ahora en sus versos y recuerdos el dolor quemante de los lupanares”.

En este juego de seudónimos e identidades inventadas, de entusiasmos redentores y defraudaciones imperdonables, cabe preguntarse si “Versos de una…” no habrá ayudado, desde su lugar, a que muchas personas tomen conciencia acerca del drama de la trata de personas. Pero eso sería tema de sociólogos. Y de especulaciones.

César_Tiempo
El escritor César Tiempo

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*Daniel Rafalovich, poeta y coordinador de sitio Metapoesía, columnista de HoraCero.

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