Clelia y Jerónimo: La historia de un amor prohibido

En el "Día de los Enamorados", rescatamos una historia que evoca la historia de amor entre Jerónimo Podestá y Clelia Luro que escandalizó a una sociedad pacata.

Cultura - Historia 14 de febrero de 2022 Daniel Rafalovich*
CLELIA Y JERÓNIMO
Clelia y Jerónimo, en los años 90.

RAFA 1Escribe Daniel Rafalovich*
 

Ya que desde el Norte llegó la orden de celebrar a San Valentín y muchxs acatan ese mandato, vamos a recordar un amor que, hace unos 50 años, estuvo en todos los titulares de la prensa argentina.

Jerónimo Podestá nació en Ramos Mejía en 1920. Se ordenó sacerdote a los 26 años. Se licenció en Derecho Canónico y Teología. Ejerció la docencia en el seminario entre 1950 y 1962, año en que fue designado Obispo de Avellaneda por el entonces Papa Juan XXIII, siendo un activo participante del Concilio Vaticano II.

Clelia Luro nació en 1926 en la Capital, en  una familia “tradicional”, de clase alta. Asistió al Colegio Sagrado Corazón y contaba que desde niña sentía que los valores del Evangelio no tenían nada que ver con la Iglesia como institución.  A los 23 años se casó con Jaime Isasmendi, primo de Robustiano Patrón Costas, aquel caudillo conservador reaccionario de la época, frustrado precandidato en 1946 y reconocido explotador de los trabajadores (principalmente indígenas) de su ingenio azucarero.

Hacía 1954 Isasmendi es empleado por su primo y va con Clelia hasta la localidad de Orán. Por esos tiempos el matrimonio ya tenía dos hijas. Clelia entra en contacto con la población local (wichí, toba, kolla, ava guaraní) y se compenetra con su sufrimiento y sus necesidades, practicando los conocimientos que adquirió en la Cruz Roja para atender problemas hasta entonces ignorados por el “capanga” Patrón Costas. En 1961 Clelia decidió separarse de su marido (el divorcio, establecido a fines del segundo gobierno peronista, había sido derogado por la dictadura “libertadora”). En esos momentos Clelia tenía 5 hijas y estaba embarazada por sexta vez.

Pasó por grandes vicisitudes como consecuencia de su separación, fue rechazada por su propia familia, su ex le negaba la patria potestad de sus hijas y sufrió graves apremios económicos hasta que consiguió un trabajo en una empresa dedicada a financiar planes de ahorro para vivienda. Durante el gobierno de Arturo Illia, en 1966, renuncia a su trabajo y junto al militante peronista Ezequiel Perteagudo lanza la revista “Imágenes del país”.

JERÓNIMO Y CLELIA 1973
Jerónimo Podestá y Clelia Luro en la casa de Gaona, barrio Caballito.

En tanto Jerónimo Podestá, durante las reuniones del Concilio, traba una gran amistad con el obispo brasileño Hélder Cámara (conocido como “el obispo rojo” por la prensa reaccionaria de la época) y, en su territorio, desarrolla la experiencia de los “curas obreros”, sacerdotes que se integraban con el pueblo en el trabajo sin dejar de predicar los principios evangélicos relacionados con la justicia y la igualdad, participando de las crecientes luchas sindicales.

En abril de 1966 Clelia y Podestá se conocen y establecen una relación sentimental que, dice Clelia, se manifestaba entonces “sólo en el plano místico”. Podestá, decididamente enfrentado a las autoridades eclesiásticas argentinas de la épocas, nombra a Clelia secretaria del obispado. En 1967 viajan ambos a Recife invitados por Hélder Cámara y participan del primer Manifiesto de los 18 Obispos del Tercer Mundo, que daría origen al movimiento tercermundista que, con distintos nombres, perdura hasta hoy. Pero para ese entonces ya regía en la Argentina la dictadura de Onganía y Podestá era constantemente hostigado por Plaza, Primatesta, Mozzoni, jerarcas de la Iglesia por entonces.

Está claro que en Jerónimo Podestá se unían los dos factores para sufrir esa persecución. Su posicionamiento político cercano al peronismo y especialmente a los trabajadores y su relación con Clelia, que no ocultaba y que resultaba la excusa perfecta para los dinosaurios que lo querían afuera de la institución.

Onganía citó a Podestá para manifestarle que él era el mayor peligro para la llamada”revolución argentina” que el generalote encabezaba. El obispo, presionado políticamente y repudiado por los jerarcas de la Iglesia de entonces, consigue una entrevista con el Papa Paulo VI, pero no resulta como esperaba: el pontífice le dice (refiriéndose a Clelia) que debe “arrancar ese sentimiento de su corazón”, en tanto los obispos de acá se refieren a Clelia como “esa mujer”. En diciembre de 1967 Podestá es desalojado por la policía de la diócesis de Avellaneda.

El ahora ex obispo de Avellaneda dobla la apuesta: en 1968 publica el libro “Violencia del amor” y en 1969 “La Revolución del Hombre Nuevo”, ambos en colaboración con Clelia que tenía experiencia periodística. Denuncia torturas a sacerdotes y civiles durante el onganiato, apoya el desarrollo del Movimiento de Sacerdotes para el Tercer Mundo y cuestiona el celibato sacerdotal. En 1972 es suspendido para siempre de su función sacerdotal y entonces decide casarse con Clelia, definiéndose como “pareja sacerdotal” y continuando su tarea social.

CASA DE GAONA
La casa ubicada en Gaona 1367, que data del año 1864, en Caballito donde vivió la pareja.

En 1974, cuando la triple A asesina al intelectual de izquierda Silvio Frondizi, Podestá y Clelia concurren al velorio y allí Arturo Frondizi, hermano de Silvio y ex presidente les aconseja que se vayan del país, máxime cuando ya habían recibido amenazas de muerte de la organización parapolicial. Asi lo hacen. Cuenta Clelia:

“Fuimos a Roma y al salir del Vaticano Jerónimo dio una conferencia advirtiendo del baño de sangre que se cernía sobre la Argentina y que había pedido a la Iglesia que hiciera lo posible para evitarlo. La Iglesia es muy responsable de lo que pasó”.

En el exterior siguen denunciando los crímenes de la dictadura cívico-militar y participan activamente en la Federación Latinoamericana de Sacerdotes Casados. Retornan al país en 1983. Jerónimo muere en la pobreza y el olvido en el año 2000.

Clelia lo sobrevivió hasta 2013, siendo recibida y reivindicada tanto por la Presidenta Cristina Fernández (a quien adhería políticamente) como por el Obispo Jorge Bergoglio, quien también acompañó a Podestá en sus últimos días.

*Daniel Rafalovich, poeta y coordinador de sitio Metapoesía, columnista de HoraCero.

 

 
 

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