
Había una vez... Una mirada irónica sobre acontecimientos políticos que comprometen la vida de los habitantes de un país, quizás éste, cuando un grupo de poderosos avanza contra la institucionalidad.
El autor propone pensar críticamente algunas ideas: gobernar y administrar el Estado, empleado y gobernante, democracia y plutocracia, pueblo y gente.
Opinión 04 de abril de 2022Un grupo de tres fueron a una cita con un gobernante. La reunión estaba programada con anticipación, El grupo de tres representaban a las organizaciones que habían pedido con anticipación esa reunión al gobernante.
Junto a la solicitud de audiencia, entregaron un escrito de tres páginas que llamaron Manifiesto y querían conocer la opinión del gobernante.
El gobernante no los atendió, envió a su secretario. Los tres del grupo asombrados se dijeron que seguramente el señor gobernante estaba con situaciones más importantes para atender a tres gobernados y por eso decidió que los atienda su secretario.
El secretario los recibió y los invitó a sentarse alrededor de una mesa ovalada, tuvo el cuidado de guardar las distancias adecuadas para no mezclar aguas entre gobernados y gobernante. Los tres gobernados estuvieron de un lado de la mesa y frente a ellos solo el potente secretario del gobernante.
Inició la reunión el secretario que les dijo a los tres gobernados,
-Bueno los escucho, qué necesitan.
Los tres gobernados hicieron un silencio insondable, se miraron y asombrados el primero de ellos les contestó,
-No necesitamos nada, sólo vinimos porque ustedes nos convocaron. Venimos a escuchar sus opiniones acerca de la nota que les presentamos cuando solicitamos esta audiencia con el señor gobernante.
-¿Nota?, ¿qué nota? Respondió el secretario
Entonces, más atónitos aún, el segundo de los tres gobernados tomó la palabra,
-Es esa nota que le presentamos llamada Manifiesto y para la cual les hemos pedido la audiencia.
-¡Ah! No, no sabía nada, pero bueno, ¿por qué ustedes no me la cuentan?
-Y no, le dijo el tercer gobernado, es extensa y usted no podría dar opinión acerca de ella en este encuentro.
-¡Ah!, perdón entonces; no sabíamos nada.
-Bueno, le dejamos una tarea, lean el documento y luego nos convocan apara poder conocer su opinión. Así le dijo el tercer gobernado.
Los tres gobernados lo saludaron amablemente al secretario del gobernante y se retiraron de la breve reunión.
Este sucinto diálogo entre tres representantes de instituciones sociales con el secretario de un gobernante es una fantasía basada en hechos reales. Así explicaría el cartel de una película en alguna plataforma audiovisual.
El diálogo tiene algunas veracidades, una de ellas es la brevedad de tiempo en la que se desarrolló la reunión. Otra, era la expectativa del secretario del gobernante que sólo estaba dispuesto a escuchar algunos reclamos o pedidos de los gobernados, así podía erigirse en árbitro de dádivas.
Cuando los gobernados le preguntaron una opinión acerca del Manifiesto, el secretario quedó desnudo de amplia desnudez, no esperaba que un minúsculo grupo de gobernados lo interpelaran acerca de un escrito hecho por plebeyos y que él ni siquiera había leído.
Años atrás, el corredor automovilístico avenido a gobernador de la provincia de Santa Fe, en plena época de banalidades neoliberales, impuso el concepto de administrar una provincia, así reemplazó simbólicamente al significado de gobernar.
La frase característica del corredor fue “a mi nadie me avisó”. ¿se acuerdan?
El poder fáctico (es decir ganaderos, agricultores, pool de siembras, empresarios portuarios e inmobiliarios y, bajo ningún aspecto me animaría a incluir con certezas a narcotraficantes, tratantes de personas o traficantes de armas), no necesita que lo gobiernen, sino que precisa administradores que concilien sus intereses.
Desde el punto de vista político, gobernar implica entre otras cosas, tomar decisiones que aporten al bienestar general, en especial al de los sectores populares. Mientras que, administrar es un reduccionismo que se limita a gestionar los recursos existentes del Estado para que favorezcan a los que se autoproclaman sectores del “progreso”. A llenar las copas de los poderosos.
Para ellos los gobiernos (un gobernador, un intendente, un presidente comunal, algunos legisladores), son CEOs (jefes ejecutivos) ubicados en diferentes niveles del Estado para beneficiar sus intereses.
No queda fuera de este esquema la estructura judicial que acompaña a estas políticas. Los Poderes Judiciales son estructuras inamovibles, casi hereditarias, aristocráticas. En la Provincia de Santa Fe existe una Corte Suprema Vitalicia y quienes deciden las vacantes, son los cortesanos legislativos en componendas pseudo públicas.
El aparato represor del Estado está adecuado a sostener este sistema y cuando no puede, recurre a convenios represivos con otras fuerzas nacionales o internacionales. El ejemplo más claro es el acuerdo entre el gobierno de la Provincia de Santa Fe con la Embajada de EEUU para incorporar a la DEA en la policía provincial.
Un amigo dijo alguna vez en forma irónica y por supuesto exagerada, que nuestro estilo de democracia sólo se dedicaba a elegir reyes por cuatro años.
El Nosotros
Parecería que todo indica que el destino está determinado para nosotros los sectores populares, pues una pequeña élite es la que nos definiría.
De todos modos, hay indicios suficientes para alentar esperanzas. Tuvimos este año un 24 de marzo pleno, una jornada que muestra, más allá de los propósitos de los dirigentes, que somos un pueblo dispuesto a resistir.
Salimos al encuentro durante cuatro años contra la farsa democrática macrista, desafiamos los intentos de la derecha política de someternos todavía más al designio imperial del FMI, resistimos cada día en las plazas y las calles, no somos un pueblo manso ni dúctil.
Sólo debemos organizar esa resistencia y transformarla en un factor de poder lo suficientemente sólido para sustituir en forma definitiva al actual poder fáctico.
Culturalmente tenemos la tarea de explicar a nuestros pares que poner las esperanzas en élites gobernantes es un camino a la desesperanza, a la esclavitud.
Los gobiernos se reúnen prestamente con los “actores” del poder. En Santa Fe es una cotidianidad, acuden rápidos a reuniones convocadas por la Unión Industrial, por la Sociedad Rural, por los empresarios portuarios y cuidan sus asentaderas convocando a la DEA. Así llenan sus días para gobernar.
Cuando las organizaciones sociales les piden una entrevista, la archivan en recónditos e invisibles huecos.
O bien dicen que no han recibido ningún pedido, mucho menos leen documentos de origen popular.
Son nobles insulsos del padecer de un pueblo.
Debemos reforzar, desarrollar, fortalecer esa escuela diaria que ayude a muchos pares nuestros a saltar el boyero de la ingenuidad que los hace creer en las promesas de los poderosos. Es necesario fundar la confianza en la propia fuerza del colectivo con el que conviven y padecen cotidianamente.
La tarea es robustecer y creer en nuestra propia fuerza que nos haga enérgicos en la disputa del poder y nos permita indicarles a los gobernantes que la democracia se disputa y construye con decisiones gubernamentales consultadas con los colectivos sociales que habitan los territorios,
Es imprescindible gobernar para la gran mayoría popular y no sólo administrar los intereses de una élite.
*Antonio Miguel Yapur Docente, Ing, Químico, militante social / Editor de HoraCero
Había una vez... Una mirada irónica sobre acontecimientos políticos que comprometen la vida de los habitantes de un país, quizás éste, cuando un grupo de poderosos avanza contra la institucionalidad.
El autor trata de responder a la pregunta ¿para quién gobierna un gobierno? Pero también propone otras preguntas como una forma de pensar en conjuntodesde otros puntos de vista.
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