La otra grieta, la de Boedo y Florida en el siglo pasado

El autor aclara qué significa para él la palabra "Grieta" tan de moda últimamente. Pero también nos habla de una "grieta" que dividió a los primeros grupos literarios del país.

Cultura - Historia 11 de abril de 2022 Daniel Rafalovich*
GRIETA CULTURAL
La grieta cultural en la literatura argentina de comienzos

RAFA 1Escribe Daniel Rafalovich*

Hace unos años se instaló (o los medios dominantes instalaron) la idea de que el gran problema de nuestra patria es “la grieta”, aquello que divide a la población en facciones irreconciliables y no nos permite “salir adelante”. Esa grieta, que vendría desde el fondo de la historia, tiene sin embargo un año fundante: 1945. ¡Allí empezó la gran grieta!

Desde esta humilde columna afirmamos fuertemente la necesidad de esa división entre quienes sostienen un orden de monopolios, privilegios, injusticias (una nación para pocos, en suma) y quienes planteamos la necesidad de una sociedad más justa e igualitaria, con democracia real y soberanía. Es más, quienes hablan de “cerrar la grieta” transitando por una ¿ancha? avenida del medio terminan sirviendo a los intereses de los poderosos por el propio peso específico de éstos.

Pero vamos al tema que nos ocupa; la “grieta” literaria que se produjo allá por los años ’20 y ’30 del siglo pasado (y fundamentalmente en los cenáculos de la ciudad de Buenos Aires) entre los grupos de Boedo y Florida.

El Grupo de Boedo solía encontrarse en bares de ese barrio y sobre todo en la sede de la editorial Claridad, fundada por el español Antonio Zamora, que editaba una revista (también llamada Claridad) compuesta básicamente de ensayos y relatos cortos y libros a muy bajo precio. En Claridad se congregaba gran parte del pensamiento de izquierda de esos años: socialistas, comunistas, anarquistas.  

El Grupo estaba integrado por Leónidas Barletta, Elías Castelnuovo, Alvaro Yunque, Roberto Mariani, entre otros y se constituía como emergente de una clase obrera nativa e inmigrante en formación.  Varios de sus miembros eran de extracción obrera y su idea era concretar una literatura de denuncia y que impulsara el cambio social a través del compromiso político. También editaban la revista “Los Pensadores” Algunos ubican a Roberto Arlt como integrante del Grupo de Boedo pero, en todo caso, su pertenencia fue más ligera o esporádica.

LIBROS

El Grupo de Florida debe su nombre a que sus miembros se reunían en la confitería Richmond, situada en la entonces glamorosa calle Florida o en la redacción de “Martín Fierro”, su revista insignia; dirigida por Evar Méndez, era su órgano de difusión y sus integrantes estaban en contacto con las corrientes artísticas de vanguardia llegadas de Europa. El ultraísmo, el surrealismo, el dadaísmo. Contaban en sus filas no sólo con escritores como Oliverio Girondo, Francisco Luis Bernárdez, Conrado Nalé Roxlo, Leopoldo Marechal, Victoria Ocampo, Jorge Luis y Norah Borges, sino con gran parte de la vanguardia pictórica de la época: Spilimbergo, Forner, Pettoruti, Butler, Xul Solar y Antonio Berni estaban ligados a Florida.

Alguna vez Leónidas Barletta escribió que “Florida pretendía la revolución para el arte y Boedo el arte para la revolución”

Hay que decir que, si bien hubo dardos en una u otra dirección entre ambos grupos, también existieron variados lazos que los conectaban. Florida, como toda vanguardia, rechazaba lo que pretendía imponer el mercado, como el modernismo o el simbolismo, e introdujo el criollismo (expresado en el nombre mismo de su revista) con el apoyo de Ricardo Güiraldes.

En la revista Proa, otro órgano vinculado a Florida, solían aparecer divertidos “epitafios” dedicados con sorna a los miembros de Boedo. Y éstos no perdían oportunidad de vapulear a los de Florida por su esteticismo y elitismo.

Lo cierto es que varios miembros de Boedo concurrían a reuniones auspiciadas por Florida y viceversa. El poeta (y maestro de poetas) Raúl González Tuñón, por ejemplo, integraba el grupo Florida pero mantenía amplios vínculos personales e ideológicos con Boedo por lo que se lo suele ubicar equívocamente en este último. César Tiempo, integrante de Boedo, era gran amigo de varios “floridistas” y era frecuente el intercambio de textos.

Con el correr de los años la supuesta grieta se fue difuminando y los furores apaciguando. La Guerra Civil Española encontró a los miembros de ambos grupos (bueno, a todo Boedo y la gran mayoría de Florida) alineados con la causa republicana. Y hacía fines de los ’30 ya la rivalidad (real pero también supuesta) entre ambos grupos fue encontrando una síntesis.

Con los años Antonio Berni trabajó intensamente la temática social, Tuñón fue el faro de los nuevos poetas sociales de los ’40, ’50 y ’60. Marechal, que tomó a varios amigos de su juventud como protagonistas (con nombres supuestos) de su novela inicial “Adán Buenosayres” (Borges, Xul Solar, Scalabrini Ortiz, Jacobo Fijman) optó desde el minuto cero por el peronismo y fue inmediatamente estigmatizado por algunos de sus ex-colegas de Florida (notoriamente Victoria Ocampo y Borges).

Tuvo una sola crítica entusiasta su “Adán…”. La de un joven escritor llamado Julio Cortázar que, si bien por esos años era tan antiperonista como el que más, ya integraba otra generación en la que los cambios fueron más vertiginosos.

*Daniel Rafalovich coordina el sitio Metapoesía / Columnista de HoraCero

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