DEMOCRACIA Q.E.P.D. (Capítulo V)

Se cumplirán 40 años de una democracia que no pudo cambiar las desigualdades de un capitalismo neoliberal que se encargó de comprar "levantamanos" para concretar sus planes.

Opinión 15 de enero de 2023 Por Antonio M. Yapur*
PRECARIZACIÓN LABORAL
Un sistema planificado de explotación laboral - Foto ilustrativa

YAPURPor Antonio Miguel Yapur*

Se dice que para lograr ser un empleado con ciertos derechos, tenés que hacer un proceso que primero  comienza siendo un desocupado con aspiraciones.

Esta faceta de ser un humano desocupado, atosigado y agredido simbólicamente, aspira así, a su única creencia que es la de encontrar de trabajo. 

A esta casi instintiva existencia, le exigen expresar esa aspiración en un currículum. Luego, entregarlo en agencias reclutadoras de trabajo, o en negocios y empresas.

Mientras tanto en esos lugares, algunos psicólogos y psiquiatras le miden la mansitud, un factor esencial que indica la tendencia a la obediencia, resignación y aceptación del mendrugo.

Otro parámetro que calibran estos profesionales es el grado de creencia en la felicidad. Si el humano estudiado tiene un elevado índice a esta creencia, podría ser un buen candidato a obtener el empleo. Si en cambio ese nivel es dominado por la alegría, eso es ya un indicio para ser desechado.

En los mentideros del capitalismo neoliberal, en sus seminarios, manuales conductuales y de autoayuda, aportan a esa teoría de la felicidad como un destino lleno de incertidumbre, sin  certezas y con promesas futuras. En cambio para ellos, la alegría es peligrosa para las aspiraciones a ser un empleado, pues puede inducir a la esperanza.

El humano con esperanzas no es necesario  y menos aún si ellas son colectivas. El paraíso neoliberal debe estar plagado de humanos solos en el mismo ámbito de trabajo.

Bien, una vez superadas ésta y otras etapas, entonces así el postulante logra un contrato por tres meses en una de esas empresas. Un contrato lleno de incertidumbres y promesas al final del calvario.

Y ahí le llegó la felicidad, ser empleado asalariado es el obediente inicio al camino aspiracional. La doctrina del capitalismo neoliberal le va a ir indicando que el futuro depende solo de él y de como acepta cualquier exigencia impuesta por el patrón o por el encargado. 

Durante esos tres meses debe obedecer sin chistar ante cualquier condición de trabajo que le impogan. Su primer premio es lograr un buen desempeño para ser parte del gran hermano que le hará renovar el contrato, es casi necesario ir al empleo con una sonrisa y una práctica fluída del “sí señor”.

PRECARIZACIÓN 2

Ese período de esclavitud feliz debe ser aceptado como si fuera la oportunidad de su vida, es la gran felicidad, pues de no ser así, la panacea capitalista se termina sin más oportunidades y entonces sobreviene un destino sin limbos, directamente al infierno.

La impotencia del humano aislado se acrecienta pues no encuentra entonces, dónde dejó la dignidad. Quizás a la entrada de ese trabajo y que luego al salir, el patrón se la robó. Aunque nunca lo sabrá como víctima de esa incertidumbre.

¿Y LA DEMOCRACIA?

Y, la democracia no es inocente en estas pérdidas de derechos. Es cierto que el poder real, los empresarios que manejan las economías de los Estados presionan para que estas acciones sucedan, es más: corrompen las relaciones democráticas para que diputados, senadores, presidentes, ministros, intendentes, concejales, presidentes comunales legislen a favor de sus intereses.

Y no nos hagamos los ingenuos, gran parte de ellos levantaron las manos durante los distintos gobiernos electos desde 1983 y así se consolidaron los intereses empresariales en las decisiones de las políticas públicas.

Los empresarios aceptaron el juego de la democracia capitalista porque su estrategia fue y es colonizarla. Nosotros votamos y ellos compran los levantamanos que nosotros votamos.

Vivimos un estado de democracia empresarial, algo así como una corte imperial donde a muchos cortesanos los votamos y a otros no, como a los jueces y las cortes supremas que son elegidos por estos cortesanos.

Tal como dice la Constitución Nacional, justamente en esa parte que no quiso ser reformada en 1994, entre ellos en su artículo 22,  “El pueblo no delibera ni gobierna, sino por medio de sus representantes y autoridades creadas por esta Constitución”.

Nuestra actual Constitución que fue una avanzada en América, en la actualidad no solo está caduca sino que no representa los intereses de los que vivimos en Argentina. 

No hay que reformarla, hay que elaborar una nueva Constitución que contemple nuestros intereses y donde el pueblo no sea un mero observador, impotente frente a las atrocidades empresariales y de sus cortesanos.

QUIERO TRABAJAR

Los momentos más aberrantes de estos últimos 40 años de democracia los tuvimos durante los gobiernos de Menem que enajenó hasta los calzones de Amira Yoma, o en el gobierno de De la Rua que lo más importante que hizo fue hacer público el romance de su hijo con Shakira, mientras Cavallo terminaba la labor de Menem. 

Los momentos donde tuvimos gobiernos que representaban a nuestros intereses, como los de Néstor Kirchner y Cristina Fernandez, el poder empresarial los minó para destruirlos y en ello, muchos argentinos, muchos, fueron la carne de cañón utilizada y con complacencias.

En esas mismas épocas, en momento en que los docentes habíamos recuperado muchos de nuestros derechos, fue que presencié la opinión de una Directora de Escuela y una docente decir, “lo que pasa es que estos negritos se creen con muchos derechos” en momentos en que una madre se retiraba de una reunión con ellas por una problemática de su hijo como alumno de esa escuela.

Dos docentes, dos momentos. Uno en la lucha de la Carpa Docente, el otro después de lograr la conquista de los derechos.

La convención constituyente de 1994 tuvo el mérito de incorporar los tratados internacionales y el fortalecimiento de los derechos humanos entre otras reformas, pero tuvo el desdén de desentender al gobierno nacional del manejo de las riquezas territoriales y dejarlas disgregadas a la voluntad de las provincias. 

Además no modificó ningún artículo de su parte dogmática, la dejaron a merced de la voluntad de los partidos políticos, desechando cualquier posible representación de los movimientos territoriales y sindicales o de cooperativas populares en las instancias de decisión de los gobiernos.

Es así como en la actualidad los propios gobiernos nacionales, provinciales, municipales y comunales son los principales contratadores de “trabajo en negro”, ser monotributista para un trabajo en el Estado es un estadío de esclavitud, porque es un trabajador sin derechos y a merced de los avatares partidarios.

Es también indigno observar como desde el Estado se estigmatizan a los pobres, a los excluídos del sistema capitalista haciéndolos llenar formularios para que demuestren que son pobres. 

A cambio, a los empresarios se lo vive recompensando con beneficios tributarios, compra de divisas, subsidios por diferentes motivos, a los llamados “el campo”, se le perdonan retenciones, impuestos (sea por sequía o por lluvia), se les subsidia el alimento de sus animales y luego cuando llegan como carne a las góndolas no podemos consumirla por sus precios.

Ese es el juego de la actual democracia, satisfacer a los empresarios, a los agroexportadores, a la megaminería, al contrabando portuario y estigmatizar a los sectores populares birlando y burlando sus derechos sociales y laborales.

Ese es el juego de la actual democracia, ser rehén de los intereses económicos de la minoría enriquecida. Durante estos 40 años se dedicaron a fortalecer su hegemonía en las instancias de gobierno.

La actual democracia está sometida al poder fáctico, gran parte de los dirigentes partidarios son objetos de penetración dadivosa y así se transforman en levantamanos de los intereses empresariales. Usan nuestro aval cuando nos entusiasman en votarlos como “representantes del pueblo o de las provincias”.

En general no elegimos representantes del pueblo, sino levantamanos aspirantes a cortesanos.

Si aspiramos a vivir en democracia, no debemos dejarla en manos de los representantes electos sino que debemos deliberar y gobernar junto a ellos.

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*Antonio Miguel Yapur, Ingeniero y Docente - Militante social - Forma parte del Consejo editor de HoraCero. Autor de los libros "La luz cerca del río" y "Yo esclavo, yo amo, aventuras en el panóptico". Es integrante de la Asociación Contrapunto Cultural.

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