
Allende fue apoyado por la Unidad Popular, una coalición de partidos de izquierda, y se destacó por su propuesta de establecer un gobierno socialista por vía democrática.
La lucha por el medio boleto estudiantil se dio en el marco del crecimiento de las agrupaciones políticas que enfrentaban las dictaduras de Onganía, Levingston y Lanusse.
Cultura - Historia 23/01/2023 Por Daniel Rafalovich*Escribe Daniel Rafalovich*
Hace un tiempo en esta misma columna recordábamos la gran huelga de trabajadores municipales de Santa Fe que derivó en el “Manzanazo”. Pero en ese mismo 1972 se produjo en la ciudad otra lucha trascendente: la movilización de lxs estudiantes del secundario reclamando el medio boleto escolar.
La FJC (Federación Juvenil Comunista) se atribuye haber sido quien ideó la movida por el reclamo y es muy probable que haya sido así. La primera reunión se realizó en la sala I.L.Peretz, en la previa de un acto en conmemoración del levantamiento del Gueto de Varsovia, el día 21 de abril. Un par de semanas después se reunieron en el mismo sitio delegadxs de diferentes escuelas (Nacional, Normal, Industrial, Comercial y Almirante Brown).
Si bien no estaba permitida la existencia de Centros de Estudiantes, la iniciativa prendió rápidamente: el boleto de transporte urbano resultaba una carga significativa para muchos hogares. Por otra parte las agrupaciones políticas estaban creciendo en el clima de agitación existente en lo que serían las postrimerías de la dictadura de Onganía – Lanusse. La FJC, el Mesap (vinculada al PCR), Grupos de Base, el Movimiento de Acción Secundario (MAS – peronista), el PRT, entre otros.
Tras un pedido de audiencia fallido al intendente de facto Conrado Puccio, se decidió movilizar. El 30 de mayo lxs estudiantes pararon y desde las diversas escuela fueron a concentrarse a San Martín y Lisandro de la Torre, marcharon por San Martín hasta Salta y de allí hacia el oeste intentando llegar al frente del palacio municipal. Pero, oculta en la esquina del edificio, apareció la policía que reprimió duramente con palos y gases lacrimógenos. Con unos compañeros y compañeras de mi escuela (la Almirante Brown) nos refugiamos en el Mercado Central, donde hoy está la Plaza del Soldado y luego cruzamos hasta el negocio de mi viejo hasta que la cosa se tranquilizara. Mis hermanas recuerdan que en el local se refugiaron unas chicas que, bajo el guardapolvo, llevaban en sus espaldas las marcas de los garrotes policiales.
Esta respuesta represiva no solo agudizó el conflicto sino que fue generando una creciente adhesión de padres y madres. Varios gremios (Luz y Fuerza, ATSA, APUL y otros) se solidarizan con la lucha secundaria. Tras una asamblea en el aula Alberdi de la Facultad de Derecho se decide un nuevo paro y marcha. Este segundo paro (a diferencia del primero) es total y la movilización mucho más numerosa: tres cuadras llenas de pibitxs del secundario que marcharon por San Martín hacia el norte, con la intención de culminar con un acto-asamblea en la Plaza Constituyentes frente al Colegio del Calvario. Pero al llegar a la intersección con Suipacha había un gran dispositivo policial esperando.
Recuerdo que llegamos cantando “A la cana le quedan dos caminos/unirse al pueblo o ser sus asesinos”. Y, claro, optaron por lo segundo. La represión fue feroz y los estudiantes intentaron reagruparse en distintas esquinas realizando actos relámpago. Muchxs vecinxs abrían las puertas de sus casas para “asilar” temporalmente a lxs estudiantes del secundario. Recuerdo haber visto en calle Suipacha a policías sacando de un zaguán a chicxs que se habían refugiado allí y apaleándolxs a medida que salían. En un momento un compañero me tomó de un brazo y me metió en la casa de una señora que ofrecía refugio. Éramos ocho escondidos en esa casa hasta que pasó el temporal.
En los días sucesivos se optó por los actos relámpago en distintos puntos céntricos de la ciudad. Unos días después, se realiza una nueva asamblea en ATSA con la concurrencia de más de mil estudiantes. La policía y la guardia rural llamada “Los pumas” rodean la manzana y la municipalidad comienza a avisar por las radios locales que los padres deberían ir a buscar sus hijxs y retirarlos de la asamblea para que no sean detenidos. Allí fueron mis viejos (nos iban llamando por nuestro nombre y apellido) a buscarnos a mi hermana y a mí.
Recuerdo a mi vieja en la esquina discutiendo fieramente con un policía que le decía que éramos “idiotas útiles” y algo sobre el “trapo rojo”. Mi vieja le respondía “los chicos están luchando por sus derechos como debería hacer todo el pueblo” hasta que con mi hermana la persuadimos de que era inútil seguir debatiendo con el cana. Esa noche hubo más de 100 personas detenidas.
El gobernador militar le exige la renuncia al intendente Puccio, jaqueado por obreros municipales y estudiantes secundarios a la vez y asume el coronel Sgarbussi, un duro. Un delegado del Industrial, Daniel Borgna, es detenido. Lxs estudiantes realizan una asamblea dentro de la escuela el 28 de junio y abandonan la escuela marchando hacia el rectorado de la UNL (de la que depende la escuela) siendo dispersados por la policía en la esquina del mismo. Se multiplican los actos relámpago en las inmediaciones y la Facultad de Ingeniería Química es tomada por varias horas.
La situación parecía llegar a un callejón sin salida: los empresarios del transporte pedían aumento de la tarifa y los estudiantes el medio boleto. Pero el 29 y 30 de junio se produce el Manzanazo por parte de los municipales en conflicto y todo se acelera. Todo empieza a negociarse, lxs municipales acuerdan sus reivindicaciones y el 31 de julio se anuncia que se implementará el medio boleto para 5 mil estudiantes secundarios.
Este medio boleto siguió en vigencia hasta 2020, cuando el actual gobernador Perotti, cumpliendo una promesa de campaña, implementa el BEG (Boleto estudiantil gratuito) que abarca no sólo a estudiantes de todos los niveles, sino también a docentes y asistentes escolares. Esta medida es hija (o nieta) de aquellas luchas. Cuatro años después, en 1976, la UES de La Plata comienza una lucha reivindicativa por el medio boleto. Pero ya gobernaba una dictadura mucho más feroz que aquella y el movimiento estudiantil culmina en la tristemente famosa “Noche de los lápices”.
En 2012, en un salón de ATE, se realizó una peña recordatoria de los 40 años de la lucha por medio boleto en Santa Fe. Allí nos reencontramos muchos y muchas. Algunos faltaron y no porque lo hubiesen decidido. A ellxs, a su memoria, va dedicada esta nota.
*Daniel Rafalovich, poeta y columnista de HoraCero. Dirige el sitio Metapoesía
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